Nada de fácil ha sido pararse en el estadio Centenario en un siglo y arrancar puntos a un equipo uruguayo o a su selección, la que en ese campo ganó el primer Mundial de la Historia, tras el 4-2 sobre Argentina en la final de 1930. Donde obtuvo también el Mundialito de 1980, venciendo 2-1 en el juego decisivo a Brasil, y donde además Peñarol y Nacional firmaron innumerables proezas en Copas América, Libertadores e Intercontinental. En ese coloso, entonces, Everton enfrentó a los charrúas el martes 4 de marzo de 1980, rescatando un meritorio empate aunque se tratara de un amistoso. El combinado local, dirigido por Roque Máspoli, arquero del perdurable Maracanazo de 1950, y formado por Rodolfo Rodríguez, Hugo de León, Rubén Paz, Venancio Ramos, Waldemar Victorino, no pudo derrotar a los viñamarinos nueve meses antes de la mencionada Copa de Campeones del Mundo. El mayor responsable de la igualdad a cero fue Leopoldo Vallejos, quien puso un verdadero candado en el pórtico ruletero. Sin olvidar a Carlos Díaz, Miguel González y Julio Núñez, baluartes en la defensa, ni a “Chicomito” Martínez, importante en el medio y en la administración del balón. Tampoco a Mario Zurita y Leonardo Zamora, quienes llevaron peligro al marco del “Flaco” Rodríguez, quien cinco años más tarde fue batido en Ñuñoa por Jorge Aravena, autor del inolvidable “Gol imposible”. Ni menos a don Hugo Tassara, DT fallecido hace veinte días que en la histórica cancha del Centenario supo cómo robarle un empate a un bicampeón mundial.