Abierta la velada con la voz de Ray Charles, barítono lírico conocido como el Genio del Soul, dos estilos diametralmente opuestos se toparon en el Superdome de Louisiana, donde el cobrizo Sugar Ray Leonard y el panameño Roberto Durán contendieron por el cinturón máximo de la división welter del Consejo Mundial de Boxeo, cinco meses después del triunfo de Mano de Piedra. En junio, el centroamericano había derrotado en Toronto a uno de los mejores púgiles de todos los tiempos, al cabo de quince asaltos y por decisión unánime. Esta vez, en Nueva Orleans, el estadounidense prevaleció desde la campanada inicial, danzando, girando sobre su juego de piernas y esquivando elegantemente al rudo oponente con una cintura análoga a la de Muhammad Ali. Ante esa acabada exhibición, Durán fue perdiendo rápidamente la brújula, apostando sólo a un golpe furibundo o a un tropiezo del ágil medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Montreal 76. Así transcurrió el combate, hasta que llegó el histórico octavo round, donde el retador recobró el título en el minuto dos y 43 segundos. Cuando el vencido, dándole la espalda a Sugar, clamó: “NO MÁS, NO MÁS, BASTA DE BOXEO…”. Acto seguido, el árbitro de la reyerta dictó: “Felicitaciones, Leonard, usted ha reconquistado la corona mundial”.