Frente al Zaragoza, en junio del mismo 1993, el romperedes nacional había alcanzado su primer título en la Madre Patria, cuando la Casa Blanca se hizo de la Copa del Rey en el estadio Luis Casanova, de Valencia. Después, en el albor de diciembre de aquella temporada, el cuadro merengue de Benito Floro escaló a la final de la Supercopa de España, junto con una escuadra soñada: el Dream Team de Johan Cruyff, formado por Pep Guardiola, Ronald Koeman, Romario, Michael Laudrup, José María Bakero, Hristo Stoichkov… En el encuentro de ida, animado en el Santiago Bernabéu, abrió el marcador la zurda de Stoichkov en el minuto dieciséis, ante Paco Buyo. Y a diez del cierre de la primera etapa, Alfonso Pérez señaló la igualdad, con la cual los eternos contrincantes se fueron a descansar. A poco del comienzo del segundo acto, Luis Enrique orientó el balón en la mejor de las zonas, la frente de Zamorano, quien brincó y demolió el marco de los locales. Y en los instantes postreros del primer choque decisivo, Alfonso anotó su segunda diana personal, complementando un voluntarioso ataque de Iván Luis Zamorano. Al cabo de catorce días, se disputó el duelo de vuelta en el Camp Nou, donde el ídolo chileno convirtió en el empate a uno que les dio a los madridistas un nuevo galardón.