Eximio piloto de la Fórmula 1, Michael Schumacher colgó definitivamente el casco a fines de 2012, dejando 91 carreras ganadas, numerosos récords y siete títulos mundiales, superando con estos los cinco reinados del argentino Juan Manuel Fangio. Su historia y legado ya estaban escritos; su sitial en el Olimpo deportivo era incuestionable. Un año después del adiós, Der Kaiser viviría su momento más aciago, el mismo que le ha hecho correr el Grand Prix más difícil. Mientras disfrutaba las vacaciones de fin de año junto a su esposa Corinna Betsch y sus hijos Gina y Mick, decidió divertirse esquiando en la estación invernal de Méribel, enclavada en plenos Alpes. Nadie imaginó que en esa práctica sufriría un accidente gravísimo, casi letal, al golpearse la cabeza contra una roca y quedar en estado de coma permanente. Aunque se conoce poco sobre los detalles de la recuperación de Schumi, quien el 3 de enero cumplirá 52 años, sí se sabe que está en su residencia de Mallorca, donde de alguna manera percibirá el desempeño de su hijo Mick, de veintiún años, que debutará en la máxima categoría del automovilismo en 2021 con los colores de la escudería Haas.